Y entonces vi mi imagen desgarbada sobre el escenario: esa niña casi mujer, lívida con aroma a muerte. Su cuerpo estaba allí frente a ochenta y ocho teclas y sus dedos estaban dispuestos a bailar. Pero su ser se había ido, ya no estaba, solo quedaban las exequias del recuerdo. Lúgubre de pánico observe como cientos de agujas se desperezaban hacia mis manos. Y entonces pensé: ¿realmente vale la pena?
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1 comentario:
Sí que lo vale y más aún cuando lo hacés así de bien.
Siempre que lo dudes... si a vos te hace bien y te hace feliz hacerlo, nada más importa; tocá, y que todas las veces, siempre sean las mejores.
(Encima lo hacés muy bien)
Juan.
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