jueves, 13 de septiembre de 2007

Frederic Chopin. “Descúbrase, caballeros, he aquí un genio” (Schumann)

Chopin fue un virtuoso, compositor y genio musical nacido en Polonia en 1810 aproximadamente, ya que no se sabe con exactitud su fecha de nacimiento. Según el libro: “La música del siglo XIX. El Romanticismo” de Longyear, Rey, M. el artista nació en 1810 y murió en 1849. Pero el primer biógrafo de Chopin, Mauricio Karasowski, propone que este nació el 1 de marzo de 1809. Nosotros tomaremos como fecha de su nacimiento la que nos indica Francois Fétis, en su libro “Biographie Universal des musiciens” publicada en 1835 en París, indica el 8 de febrero de 1810, y lo certifica con la partida de nacimiento del músico.
Frederic Chopin fue el maestro del piano en cuya obra el elemento nacional se funde con el genio más excelso. Resulta un hecho extraño y a la vez muy significativo, ya que el compositor nacional polaco más eximio fuera de origen francés, ya que su padre Nicolás Chopin era un inmigrante francés que había llegado a Polonia proveniente de Nancy.
Su vida merece el calificativo de romántica por su brevedad y por su sufrimiento (“toda su vida se estuvo muriendo”, dijo Berlioz).
Como casi todos los músicos, Chopin fue muy precoz en su arte. Los primeros rudimentos de música los aprendió de su madre y de su hermana mayor.
Compuso su primera obra en 1817, Polonesa en Sol menor. Luego de terminar sus estudios secundarios, y de haber dado numerosos conciertos semipúblicos, comenzó a pensar en una carrera profesional como músico. Es así como en 1829 Chopin había oído a Hummel y a Paganini en Varsovia, y en 1830 abandona para siempre su tierra natal, Polonia, para así poder conquistar el público europeo empezando por París. Para Chopin esta ciudad fue su patria espiritual y social; en donde vivió como artista libre, aseguró su existencia con cierto grado de independencia (por algunos conciertos y venta de algunas de sus obras).
Chopin fue esencialmente un compositor para piano; las canciones y la música de cámara ocupan un lugar periférico en su producción. Podemos resaltar su sonata para violonchelo y piano; sus dos conciertos para piano, pero básicamente fue un compositor de formas pequeñas como las fantasías, preludios, mazurcas, baladas, entre otras.
Su vida fue romántica, no solo por lo que él era, sino por todos sus sufrimientos: su enfermedad y exilio de su patria, Polonia, quien tenía como único y trágico destino su inútil resistencia a Rusia, Chopin lo sintió en lo más profundo de su alma a pesar de hallarse tan lejos.
Por lo que se puede deducir de sus cartas Chopin tenía una personalidad fuera de lo común: sensible pero nunca sentimental, ingenioso, llegaba a la ironía hasta consigo mismo, observador, leal a sus amigos, amante de su familia, sobrio y con sentido práctico para los negocios.
Chopin fue un virtuoso no menos revolucionario que Berlioz o Liszt, solo que se mostraba reacio a subir al podio de la sala de conciertos, a presentarse ante las masas, expectantes que solo vibran ante lo estrafalario, espectacular y directo, propio de los “grandes shows”. Chopin se daba cuenta de que no le gustaban los rasgos estrafalarios de Berlioz, ni la brillantez exhibicionista e intrascendente de Liszt. Chopin logro definir su propio estilo, fue un músico original, logro crear su propio lenguaje: tiene la elegancia de Hummel, es la dulzura y el estilo florido de las melodías rossinianas; es Mozart con su sencillez de segundas y su calidez, es Bach, con sus detalles concebidos al modo polifónico y contrapuntístico. Quizás al único que no represente es a Beethoven, ya que parece que Chopin tenía el concepto bien claro de que no le ofrecía punto de contacto.
Chopin se dirigía a un público más selecto, y trato de unir el arte mas sublime, incluso la habilidad más excelsa, con la intimidad más absoluta.
El virtuosismo de Chopin se ve reflejado en todas sus obras a través de los recursos técnicos y aclaraciones dispuestas por el autor. Sus características virtuosas en el piano se basan en llevar las obras a la más profunda intimidad, mediante pasajes muy ornamentados (apoyaturas, bordaduras, trinos, notas que no son reales), cadencias largas, sentimentales, pero a la vez apasionadas. Crea la ilusión de que es una improvisación, pero en realidad es mucho más que eso, ya que su construcción es sólida, pensada, y fundamentada, aunque parezca involuntaria y no intencionada.
En cuanto a la forma en Chopin manda la concentración más estricta, es decir que él podía escribir en doce compases por ejemplo todo lo que quería decir y expresar.
En Chopin el virtuosismo se manifiesta de pies a cabeza a través del esplendor rítmico (sumamente flexible, presenta dos clases de rubatos, el primero consiste en que la mano que canta puede desviarse pero la que acompaña mantiene el tempo, el segundo tipo consiste en que las dos manos se dejan llevar por la pasión, el sentimiento y la destreza de los dedos modificando según el ánimo del intérprete el ritmo de la obra. De este segundo tipo de rubato podemos citar el vals en Do sostenido menor); y brillo melódico que se supeditan a la expresión personal del compositor. Podemos dar como ejemplo sus mazurcas, las cuales muestran una enorme variedad de estados de ánimo y contienen algunas de sus más interesantes ideas melódicas y armónicas; y las polonesas, cargadas de un gran significado patriótico al igual que las mazurcas, pero se observa también en ellas delicadeza (polonesa en do sostenido menor); lamento fúnebre (en mi bemol menor); emoción marcial (polonesa “Militar”); dolor (do menor con trío de interés armónico); ferocidad (fa sostenido menor) y vigoroso virtuosismo (la bemol mayor). Su obra se puede apreciar el alma de Polonia en los momentos más difíciles.
El virtuosismo de Chopin también se caracterizó, en cuanto a técnica para piano, por el uso de yuxtaposiciones de acordes, el uso de escalas cromáticas para las cadencias, acordes con décimas para los cual los pianistas que no posean una mano apropiada para semejante distancia deben arpegiarlos (es el caso del segundo compás para el piano en el concierto para piano y orquesta N°1).
Otros recursos utilizados por el músico fueron, en cuanto a melodía, la variación exquisita de la misma con una figuración ornamental (Concierto para piano y orquesta Op. 11, N° 1); en cuanto a armonía, la extensión de los acordes, las partes internas cromáticas y enarmónicas y las notas de adorno en la figuración melódica proveniente, esta última, de los adornos vocales italianos. Utiliza muchísimos “paréntesis tonales” en sus obras, los cuales consisten en ser pasajes con un ligero ritmo armónico que contiene en su mayor parte relaciones de tónica y dominante, y que por comenzar en la tonalidad fundamental y retornar a ella no puede considerarse una verdadera modulación. Esto se ve claramente en el Nocturno Op. 9 N° 2.
Uno de los puntos modulatorios preferidos de Chopin es un acorde si resolución de la séptima de dominante en su tercera inversión, fortíssimo, seguido de rápidos pasajes en escala.
Los comienzos fuera de la escala también forman parte de sus recursos estilísticos.
Chopin escribía en cada partitura una obra dramática y apasionada o una poesía lírica condensada hasta el límite.
Liszt hizo la observación a cerca de Chopin que merece ser mencionada:
“Todas las mañanas recomendaba una vez mas la difícil tarea de silenciar su temperamento colérico, su odio candente, su amor ilimitado, su pesar lacerante y su entusiasmo febril, y de mantenerlos en suspenso mediante una especie de éxtasis espiritual, éxtasis en el que sumergía a fin de conseguir en sueños un mundo encantado y mágico para vivir en él y captándolo en su arte, hallar una felicidad punzante.”

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