jueves, 20 de septiembre de 2007

Sueños



Desde que puedo recordar, me ha atormentado siempre la misma pesadilla. Las imágenes de ese sueño pertinaz se quedan conmigo durante horas, malográndome el día y el alma. Siempre es la misma secuencia (…)
Grito sin voz, caigo sin ruido y entonces despierto con el corazón desbocado. A veces paso varios días callada, consumida por la memoria del sueño, tratando de penetrar las capas de misterio que lo envuelven, a ver si descubro algún detalle, hasta entonces desapercibido, que me dé la clave de su significado. Esos días padezco una especie de fiebre fría en que el cuerpo se me cierra y mi mente queda atrapada en un territorio helado. (…)
Mi pesadilla es en blanco y negro, silenciosa e inapelable, tiene una cualidad eterna.
(…)
Por culpa de mis sueños, soy diferente, como esa gente que a causa de un mal de nacimiento o deformidad debe realizar un esfuerzo constante para llevar una existencia normal. Ellos lucen marcas visibles, la mía no se ve, pero existe, (…)

(Allende, Isabel. Retrato en Sepia. Barcelona. Editorial Sudamericana. 2000. Págs 111 y 112.)

1 comentario:

A dijo...

Quizás, debiera de preocuparse, el día en que deje de soñarlo.

La vida no es un sueño; por eso, los sueños, sueños son.